miércoles, 25 de abril de 2012

La perversión del lenguaje político

Víctor Manuel Arbeloa, dirigente socialista durante mucho tiempo, hombre inteligente y de vastísima cultura, escribió hace unos ocho años un libro titulado Perversiones políticas del lenguaje. El título ya es interesante de por sí… todo lo que sea perversiones adquiere un plus morboso. En él, expone con claridad y cierto sentido del humor, el uso tramposo que del lenguaje se hace en el mundo político. Y deja en evidencia cómo eso torpedea el propio pensamiento y la vida pública y privada.

    Estoy completamente convencido de que el bombardeo constante de información al que nos sometemos hoy en día, más o menos voluntariamente, tiene sus consecuencias en nuestra personalidad o, como mínimo, en nuestra emocionalidad. Y, desde mi punto de vista, no son mayoritariamente buenas.

    Entiendo que tales consecuencias no se deben exclusivamente al propio contenido de la información sino que tiene mucho que ver la manipulación involuntaria de la misma, inevitable, y, en mayor medida, al uso pervertido e intencionado del lenguaje. Entiéndase que me refiero al lenguaje en sentido amplio, incluida la selección de las imágenes.

    Las perversiones políticas del lenguaje no se dan únicamente en los políticos, ni mucho menos. El uso torticero del idioma es extensivo al mundo del periodismo, auténticos maestros en estas malas artes, e, incluso, a los humildes ciudadanos. No se libra nadie, ni como emisor ni como receptor.

   El problema más serio no está en la manipulación de la información sino en la manipulación del pensamiento de cada persona a través del lenguaje utilizado. Pero se equivoca el que piense que esta es una visión conspiranoica o exagerada. No es que haya un cerebro superior que maneja los hilos. Es algo bastante más natural, digámoslo así. La manipulación emocional del lenguaje aparece en el hombre antes que el propio lenguaje idiomático. No hay más que escuchar –y ver, que también los gestos son comunicación- a un niño pequeñito cuando quiere conseguir algo. La intención de sus gestos, de las palabras que usa, de la entonación o de la pronunciación no es voluntaria, pero es eficaz, produce los resultados apetecidos. Es después, cuando empieza a adquirir la experiencia, cuando empieza a unir medios con logros, que aparece la voluntariedad como técnica cada vez más eficiente.

  Pues bien: eso permanece y se perfecciona con la edad, con la experiencia y con la sistematización. A lo que vamos: cristaliza la cosa en el uso pérfido, tramposo y manipulador del lenguaje sabiendo de antemano el efecto que va a causar en los demás, en los millones de “demases” que leen, ven y escuchan los medios de comunicación. ¿Alguien piensa que las mentiras despatarradas, las bochornosas medias verdades, el cambio de significado de las palabras, la puesta de moda de expresiones nuevas o el vaciado de contenido de otras, todo ello tan brutalmente cotidiano, es algo casual o aleatorio? ¿Alguien continúa pensando que no hay un porqué y un “paraqué”?

  El extravagante, conflictivo, manipulador y peligroso Karl Kraus lo tenía muy claro cuando escribía en La antorcha: “Las sátiras que entiende el censor deberían estar prohibidas.” Cambien ustedes “censor” por lo que quieran. Ustedes mismos, por ejemplo.

Arga-ko urretxindorra

lunes, 23 de abril de 2012

La mentira y la desfachatez: marca registrada en el PSOE

Hay algo evidente: la mejor defensa es un buen ataque. Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, vuelve hoy a hablar, en rueda de prensa. Y dice cositas como esta:

“Todos somos responsables del déficit, todos los que gestionamos la política y sobre todo los que gestionan la economía, tanto en la Unión Europea como en nuestro país."

“No es muy serio ni transmite mucha confianza ni dentro ni fuera del país que el PP se dedique permanentemente a echar la culpa de todo al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.”

"Están gobernando ellos y se tienen que hacer cargo ellos de la situación. Son iguales cuando están en la oposición y cuando están en el Gobierno: sólo saben hacer oposición, en este caso a la oposición." Y sentencia Elena Valenciano: “que asuman de una vez su responsabilidad."

Me veo en la necesidad de hacer un inciso: debo indicar que esto lo dice la segunda del PSOE cuatro meses y dos días después de haber dejado el gobierno tras estos últimos 8 años. Pero no queda ahí la cosa. Como se ve, pasa de una decepcionante e insultante defensa -¿TODOS somos responsables?- a armar el ataque. Y sigue:

"Van dando hachazos –se refiere al Gobierno de Rajoy, claro-  en función de lo que su ideología va determinando y eso no es lo que la sociedad española ha decidido."

"O paramos al Gobierno del PP en esta deriva, o el Gobierno del PP va a parar a la sociedad española", y alienta a las familias a “defenderse”. Como se ve, todo ello con el más refinado talante y sin acritud, que dirían Rodríguez y González.

Estas declaraciones de la ínclita señora Valenciano, coincidentes, casualmente, con las de Tomás Gómez llamando a la acción y a las respuestas sociales contundentes, se producen pocas horas después de que Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, haya certificado sin ninguna reserva que el déficit público de España durante el 2011 fue un 2,5% mayor del que declaró el Gobierno socialista, y que el Gobierno de Rajoy elevó al 8,5%, cifra exacta y real, según se confirma hoy.

En tiempos de González y Guerra, S. L., los socialistas hicieron de la mentira una forma de gobierno; y cuando ya no les quedó ni la mentira, pasaron a la desfachatez. Pues en esas estamos. Lo peor no es que mintieran y sigan haciéndolo. Lo peor es que lo hacen con tal desfachatez que resulta de una falta de respeto a los ciudadanos, de un insultante a nuestra medianera inteligencia que debería considerarse delito. Una cosa es no pedir perdón, que para eso ya está Juan Carlos, y otra es que atraquen como lo hacen y que el que tenga que disculparse sea la víctima. Pero, como decía aquel séneca, “hay gente pa tó.” Confróntese con los resultados de las últimas elecciones andaluzas y asturianas.

Por cierto, que no me gustaría acabar sin dejar constancia de que Elena Valenciano ya ha pedido que se rectifique su currículum vitae en la página del Parlamento Europeo en lo que a sus títulos universitarios se refiere. Fue eurodiputada del 99 al 2008. Después de 12 años y 8 meses, durante los que ha figurado que era licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas, ahora aclara que se produjo un error de traducción. La mujer no se había fijado hasta ahora. Se lo tuvieron que decir otros. Según ella, quiso decir, hace casi 13 años, que tenía estudios de derecho y políticas y se lo tradujeron mal. Por aquello de la mentira y la subsiguiente desfachatez de las que estos compañeros son impenitentes practicantes, aclaro: se matriculó en Derecho y “se aburrió” –son sus palabras-. Después se matriculó en Políticas y también “se aburrió”. ¿Le tradujeron mal –la culpa siempre es de otros- en el Parlamento Europeo? No, señor. Ella, de su puño y rosa, perdón, puño y letra, escribió en el formulario que le dieron, en la columna de “Formación: títulos y diplomas”, lo que después se publicó en su ficha parlamentaria. Y lo firmó. No hubo traducción. Hubo mentira y 12 años y 8 meses de desfachatez. Grande la Valenciano, muy grande.

Arga-ko urretxindorra

domingo, 15 de abril de 2012

Navarra y su nacionalismo vasco: los errores del resto de España (I)


Como he dicho en alguna ocasión, una de las bazas que juega el nacionalismo militante es la de llevar la delantera en su actividad. De esta manera, la vieja dinámica acción – reacción entra en un bucle inacabable que reporta grandes beneficios para el nacionalismo. La iniciativa de la acción, casi siempre, corresponde a estos mientras que el Estado, en primer lugar, y por extensión, el resto de la sociedad española en segundo, solo reaccionan.
                Desde un punto de vista meramente táctico, el nacionalismo parte en desventaja. La cuestión es evidente. Tratan de conseguir “algo” que no poseen, léase independencia de España –y de Francia-. La posición de fuerza, en términos militares –y en cualquier otro-, la tiene España. Es decir: España es, mientras que Euskal Herria no es, por lo que ha de inventarse y conseguirse. Esta es la situación táctica.
                Sin embargo, estratégicamente, la situación cambia. La mayor parte del tiempo, la posición estratégica del nacionalismo suele ser, tanto históricamente como en el presente, mejor que la de “sus enemigos, lo españoles”, utilizando su lenguaje. El nacionalismo suele llevar la iniciativa y el Estado –de derecho, no lo olvidemos- suele ir por detrás en reacciones, muchas veces, inmediatas, poco meditadas u obligadas por las circunstancias del momento.
                Uno de los profundos errores cometidos por la sociedad española es el haber hecho extensivo o, peor aún, haber hecho uno solo el nacionalismo vasco y lo vasco. Este hecho ha sido una estrategia propia de los nacionalistas que ha tenido un éxito total. La mayor parte de la sociedad española actual considera lo vasco como lo nacionalista vasco. Es decir, considera lo vasco con las mismas características negativas que tiene el nacionalismo vasco. Hasta tal punto es así que lo vasco, en general, es experimentado como algo intrínsecamente malo, como algo peligroso en sí mismo, como algo de lo que hay que defenderse y, en consecuencia, se convierte en una suerte de enemigo. Puesta la trampa, cayó el oso.
                Sin entrar en detalles, este es uno de los grandes éxitos de la estrategia nacionalista. De una parte, estos se han apropiado de lo vasco de manera indecente. O, de otro modo: han hecho que todo lo que no sea nacionalista no pueda ser considerado como vasco. Y ha tomado carta de naturaleza, tanto en los territorios vascos y navarro como en el resto de España. Este hecho, tan importante para los objetivos nacionalistas, se ha consolidado de tal manera que es algo asumido por la sociedad a pies juntillas. La consecuencia directa es la puesta en realidad de algo meramente teórico: la dialéctica nosotros – ellos y sus consecuentes: los buenos – los malos; el enemigo; los malos chicos, pero nuestros al fin y al cabo (Arzallus dixit) – los otros; los moralmente justificados – los inmorales; los opresores – los oprimidos.
                La unificación artificial entre lo vasco y lo nacionalista vasco es, a mi juicio, uno de los errores más importantes que ha cometido la sociedad española y que les ha dado alas estratégicas de mucha fortaleza. Como he tratado de indicar, las consecuencias de este hecho, repito, artificial, son muchas y pésimas, pero básicamente, dan validez a la existencia de dos bloques en lucha y a toda una retahíla de conceptos falsos pero validados en los que se asienta el sentido de existencia del nacionalismo vasco.
                Como decía al principio, la posición táctica de los nacionalistas es débil. Sin embargo, sus estrategias han dado frutos positivos para ellos, en muchas ocasiones, con la connivencia indecente de determinadas instituciones y políticos y con la ignorancia del asunto tan extendida en el resto de la sociedad española.
                Termino: que en el resto de España se reciba en un estadio de fútbol a Osasuna, equipo navarro, como si fuera el enemigo nacionalista; que en el resto de España se asimile un navarro del Roncal cantando un zortziko a un independentista; que en el resto de España se considere el nombre de un nuevo barrio de Pamplona, Gorráiz, por ejemplo, como una concesión al nacionalismo vasco, es tremendo y brutalmente injusto. No nos damos cuenta de que tales reacciones hacen el juego a la estrategia nacionalista mejor que ninguna otra cosa, porque ahonda en la supuesta existencia de dos bloques y obliga a tomar partido en circunstancias en las que, mejor para todos, sería no hacerlo. Tales consideraciones, en primer lugar, son completamente falsas: lo vasco no es nacionalista vasco. En segundo lugar, cuando un no nacionalista se ve poco menos que atacado por estos u otro hechos de cariz semejante, se encuentra entre la espada y la pared: él no es nacionalista pero el resto de los españoles lo consideran así. ¿Cómo se espera que reaccione? Cuando la presión, día a día, hora a hora, es tan terrible, presión física, presión de terror, presión de vida o muerte por no ser nacionalista; y buena parte del resto de los españoles ya te han sentenciado por ser vasco, se olvidan de ti o entienden que todo el problema radica en que “no tienes redaños, no tienes lo que hay que tener”… el vasco no nacionalista y el navarro, se encuentra solo: atacado por unos e incomprendido y juzgado por otros. ¿Cuántos héroes caben en un metro cuadrado?
Mientras el resto de España no consiga volver a la realidad en este asunto, a no confundir lo vasco con lo nacionalista vasco, a contemplar lo vasco como genuinamente español, le estará haciendo el juego al nacionalismo y le estará dando vida y fuerza.

Arga-ko urretxindorra

sábado, 14 de abril de 2012

Navarra y su nacionalismo vasco (I)

En buena parte de España sigue sorprendiendo la existencia de un nacionalismo vasco en Navarra. Pero, naturalmente, existe y, por tanto, hay razones para que así sea.
                En mi opinión, en España se conoce bastante mal el mundo nacionalista y, de alguna manera, eso hace que se cometan errores de bulto en las opiniones, en las políticas específicas y en las reacciones de la sociedad frente al hecho nacionalista y a los hechos nacionalistas.
                Si esto es así en términos generales, mucho peor es el caso de Navarra. De por sí, la propia región es poco conocida, dada su pequeña importancia demográfica y una idiosincrasia poco abierta en términos generales y poco dada a los excesos. Sin embargo, el papel de Navarra en la política nacional, desde el punto de vista del hecho nacionalista, es muy superior al que se cree. Tanto es así que, a mi juicio, una buena parte de los movimientos del nacionalismo tienen mucho que ver con Navarra.
                Comenzaré aquí una serie de entradas que pretender dar a conocer un poco mejor el tema. No busco la profundidad ni la profusión histórica o sociológica. La finalidad es, como decía, tratar de conocer el porqué del nacionalismo vasco en Navarra, su evolución, su situación actual, sus armas, sus estrategias y la realidad de la Navarra actual en este asunto tan importante para sí misma, para Euskadi y para España.
                Al propio tiempo, por supuesto que daré mis opiniones y mis propias tesis que pueden ser contestadas y rebatidas por cualquiera. Para dejar claro desde un principio mi punto de partida, algo que me parece necesario por honradez, diré que no soy nacionalista vasco; que no soy euskaldun; que soy navarro y español; que siento lo vasco como algo específicamente mío y propio de mi ser; y que entiendo que ser navarro es ser vasco y algo más: es decir, un modo particular de ser español.
                Una de las cosas más dolorosas y cretinas, a la par que indecentes, es la instrumentalización impúdica que de lo vasco se hace, se ha hecho y se seguirá haciendo. Por un lado, la apropiación chulesca e inaceptable que los nacionalistas han llevado a cabo de lo vasco. De otra, la connivencia de buena parte de los políticos del resto de España con esa apropiación, que ha dado carta de naturaleza a algo que no es otra cosa que un maldito expolio. Y, por último, el desconocimiento y las reacciones absurdas de buena parte de la sociedad española ante lo vasco. Como si lo vasco no fuera parte esencial de España y ser vasco fuera, en sí mismo, lo antagónico a ser español.
                Y, en medio de este panorama desolador para mí, se encuentra Navarra, desconocida, manipulada, incomprendida y maltratada en demasiadas ocasiones por unos y otros. Nadie piense que aquí hay un “nacionalista navarro”: para nada. Pero sí un navarro. Y alguien a quien no le importa defender lo que cree que es justo.
Arga-ko urretxindorra